Ante cualquier herida, rozadura o corte, lo normal es que nos hagamos una herida. En el caso de que ésta sea leve, no hay que descuidarla.
Y es que por muy leve que ésta sea, no deja de ser una grieta en nuestro sistema defensivo, una puerta de acceso a nuestro interior, por eso es tan importante limpiarla, desinfectarla y protegerla lo antes posible.
Por muchos cuidados que tomemos, a veces las heridas se infectan. Hay algunos síntomas inequívocos que así lo indican: inflamación de los bordes, calor local, dolor, sensación de pinchazos y enrojecimiento del contorno. En casos de infección más avanzada, aparece el pus, que además puede venir acompañado de fiebre y malestar general.
Es en estas situaciones cuando hay que usar antisépticos, para así destruir o inhibir el crecimiento de todo tipo de gérmenes en los tejidos. Uno de los antisépticos cutáneos más conocidos es el alcohol.
Hay distintos tipos de alcohol indicados para situaciones diferentes. El farmacéutico es la persona más indicada para orientaros sobre cuál es el que más os conviene utilizar según la situación.
De todas formas, antes de usar alcohol para curar las heridas, leer detenidamente las instrucciones y preguntar a vuestro farmacéutico. Él mejor que nadie os indicará qué es lo más conveniente hacer en cada situación.
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